HISTORIA DE LA SOCIEDAD ANA DE VELASCO
La historia de la sociedad del baile en Marcilla se remonta a 1953;
La empresa que gestionaba el cine andaba mal para encontrar arrendatarios
que se quedasen el salón que dedicaban a baile durante las tres fiestas
(las dos de agosto y las ferias) y amenazaron con proyectar cine en fiestas.
Esta compañía estaba formada por Isaac Ezquerro, Cecilio Fabo, Juan José Laparte,
Nicolás Ezquerro, y Pablo Díaz. Los jóvenes les retaron con instalar el baile
en los bajos de la casa de Casiano, que aun estaba en obras, a cambio de echar
suelo, y finalmente hubo acuerdo. La experiencia de baile organizado por jóvenes
ya había comenzado unos años antes, con salones repartidos por las bajeras.
Pero el intento más avanzado fue el que dedicaron los miembros de la peña El Puñal,
presidida por Blas Landa, al montar un salón improvisado con toldos en el frontón
durante la feria. Tuvieron la mala suerte de que aquel año diluvio, y se vieron
obligados a refugiarse en un local frente a la bascula de la carretera que llamaban
"la patatera", para poder terminar el sarao.
Un año antes en 1952, la misma peña y los de la Ostra se quedaron el cine en fiestas
y explotaron el baile. Para ello arrendaron el ambigú al maestro Jesús Sola y a Luís Asenjo
por dos mil pesetas. Ellos daban cama y desayuno a los músicos, y el resto del día se los
repartían los jóvenes por sus casas para comer y cenar.
En 1953 se organizo la primera Sociedad de Baile de Marcilla gestionada por una junta de
jóvenes procedentes de varias peñas. Estuvieron Manolo Goñi, Urbano Palacios, Prudencio Malo,
Carmelo Catalan, Vicente Landa, Francisco Moreno, Jesús Garrido, Emiliano Fabo y Zoilo Landivar,
entre otros.
"La verdad es que nos veíamos sin baile, y presione a la empresa para que nos hiciera
un salón en el local que tenían al lado del cine, donde hoy esta Caja Navarra", dice
Urbano palacios, quien añade que "con las ganancias de las fiestas, se bailaba gratis
mientras que duraba el dinero" Hasta entonces, el único salón de baile era el de Mendiola,
que aquel año lo regentaba Agustín Murugarren, y que se localizaba donde hoy esta el Banco
de Vasconia. ·"Me acuerdo que de chico yo bailaba en la calle con la música que salía por
las ventanas", dice Prudencio Malo.
Aquellos años vinieron orquestas como la "Irañeta" o el "Quinteto Goya", recuerda Manuel Goñi.
Pero la orquesta por excelencia fue la "Tizona" formada por músicos marcilleses que cobraban
muy poco, dice Urbano.
Los jóvenes abonaban una cuota por ferias, y podían detentar una tarjeta de invitación que les
permitía obsequiar a los forasteros para que entraran gratis. También lo hacían gratis las
mujeres o los casados.
El primer cajero fue Prudencio Malo, que no recuerda las cuotas ni cuanto valían las entradas,
pero se defendían bien, porque ya había lista de socios, y el baile era entonces mas popular
que ahora, aunque mucho mas sencillo.
Pronto se fueron incorporando tecnificaciones."El primer micrófono de la sociedad lo trajo
José Antonio Torrens de Pamplona. Eran otros tiempos.
El momento importante fue en 1977 cuando estando al frente de la Junta Amancio Garrido y
Eugenio Sesma se legalizaron los Estatutos, después de algún impedimento, logrando así darle
forma legal a la sociedad, a la vez que se conseiguió elevar el número de socios, fortaleciendo
con ello el nivel económico de la Sociedad.
Según explica Amancio fueron años económicamente malos pero a la vez de numerosas novedades.
Se consiguió que el no socio pasara por taquilla, las peñas empezaron a utilizar el típico
atuendo Pamplonica, se hicieron muchas charlas-coloquio, campeonatos deportivos, y salio El
Molinico. Además de esto, se reformó el local, dándole un aire de sala de fiesta más actual
para aquella época y con ello se consiguió que hubiese todos los sábados y domingos bailes
amenizados por la antigua orquesta de marcilla “CORMORAN”. Gracias a esto se formó un ambiente
que relanzo el ambiente festivo de fin de semana e hizo que gente de los pueblos vecinos se
acercasen a esta nueva sala y con esto quedase Marcilla como un referente de la zona.
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